8 de noviembre de 2014

De la indignación actual

No hace falta ser un experto en la materia para darse cuenta de que la situación sociopolítica de nuestro país atraviesa uno de sus momentos más críticos en los últimos años. El análisis del devenir cotidiano se asoma por sí solo, está frente a nosotros, es palpable e innegable como que el cielo es azul y la noche oscura. Hemos pasado de un estado de emergencia a uno caótico en un santiamén señalando a todo momento que la culpa es del gobierno. Nada alejado de la realidad, por supuesto que la culpa es del Estado pero en él no recae toda la responsabilidad, ¿qué pasaría si le digo que esto también es culpa nuestra?, las cosas ya no funcionan igual.

¿Por qué podría tener yo culpa de lo que sucede en nuestro país política, social y económicamente cuando, es más, yo no voté siquiera por el PRI o el partido en poder o dejé mi voto en blanco o ni siquiera asistí a votar?, a primera vista, en el ejercicio imaginario uno siempre saldrá libre de cualquier pecado, al final del día uno realiza su rutina diaria con el mayor de los esfuerzos y sacrificios, ya sea en rol de estudiante o de trabajador, somos parte de un sistema que va más allá de nuestra profesión gustos y afinidades.

El sistema delimita que es lo que debemos escuchar, leer, pensar, vestir, hablar, comer, decidir y opinar, a través del bombardeo de información –que más que la misma se limita a mensajes básicos libres de contenido racional- en los diferentes medios de comunicación: televisión, radio, prensa escrita, Internet, espectaculares, utilizando las herramientas de mercadotecnia y de publicidad para la manipulación de las masas… bien, hasta aquí ningún secreto o el hallazgo del hilo negro.

Es necesario pensar ahora que este sistema que mantiene rico al rico y al pobre más pobre prolifera gracias a los intereses de unos cuantos… pero de nuevo, hasta aquí nada nuevo como tampoco resulta nuevo que el narcotráfico haya ganado terreno e injerencia en las decisiones del rumbo del Estado y la manera en cómo se deben hacer las cosas, al final del día el miedo como modo de controlar al pueblo sigue siendo la mejor herramienta, al grado de que la población somatizará un Síndrome de Estocolmo que le hará justificar al narco y aspirará a ser como ellos… pero otra vez, hasta aquí nada nuevo.

Todo esto es conocido por aquellas personas que en el argot popular solemos llamar “los informados”, los lectores críticos y agudos de las noticias, las personas que suelen leer entre líneas y que saben las cosas pero no comparten esos conocimientos a los demás, por diversas razones que en este momento no vale la pena enumerar. Sin embargo, todo queda en eso, en que las cosas son de conocimiento cuasi general y lo único que despiertan es la indignación. Y no está mal sentir indignación eso nos recuerda que somos humanos, lo malo es que ese sentimiento se reduce a eso un sentir y ese sentir se transforma después a un recuerdo y, ¿cuántos así no guardamos en la memoria colectiva?, están los “2 de octubre no se olvida”, “Atenco no se olvida”, “Acteal no se olvida”, “ABC no se olvida”, “Iguala no se olvida” pero entre tanto "no se olvida" se olvidó que jamás se hizo justicia en ninguno de los casos.


La carta queda abierta a la transformación de la indignación como sentimiento en acción. Después de todo ¿quién en su sano juicio trabajaría por velar los intereses de los de abajo cuando desde arriba el mundo luce tan bien?

20 de agosto de 2012

Si me lo preguntan


Si me lo preguntan –aunque no me lo pregunten también– la situación sociopolítica que atraviesa el Estado mexicano se ha convertido en tópico obligatorio en las charlas de café, de ascensor, de oficina, de pasillo escolar, de aula de clases, de transporte colectivo, de un sinfín de lugares que no es necesario escribir, pero que tampoco es considerado apartarlos de la realidad. Somos animales políticos nos guste o no.

Observo los medios de comunicación –los convencionales: Televisa, Tv Azteca, Milenio, OEM, y los que son de acceso para las mayorías, incluyendo también algunas señales de televisión de paga– y lo único que obtengo es llenarme de tristeza, he dejado la impotencia y el coraje por un sentimiento más nostálgico, tal vez eso no sea lo adecuado, pero ¡carajo! lo que informan está tan tergiversado y el aparato es gigantesco y la gente, a sabiendas de que solamente les dan programación basura e inútil llena de comerciales, la sigue viendo.

Luego me dicen que los del 132 se deslindan a cada momento de manifestaciones y de tomas “simbólicas”, de qué demonios sirve su fuerza popular si dan un paso a la derecha en lugar de seguir el camino de la izquierda. En recientes fechas convocan a realizar una nueva constitución… ¿y la lucha anti-imposición? se fue, quieren una nueva carta magna bajo el alegato de “no importa quien sea presidente” –a mí si me importa quien sea presidente­– una cosa a la vez, una cosa a la vez, porque de lo contrario los poderes hegemónicos nos van a rebasar.

Por último, el seis de septiembre se consolida el fraude, señores ni para que hacer más corajes, de una vez les aviso, el PRIFE, perdón el TRIFE, dirá que la elección fue la más limpia y que no encontró argumentos suficientes para invalidar la elección… el mismo cuento de hace seis años, vayámoslo digiriendo, ese día veremos si la credibilidad del movimiento #YoSoy132 se mantiene al no aceptar y desconocer la figura de Enrique Peña Nieto como presidente de la nación o, simplemente lo aceptan bajo la consigna de “te vamos a traer cortito”, pues que no sea lo segundo porque entonces adiós democracia en construcción.

Pero ya veremos, si me lo preguntan –aunque insisto en que si no también– todos sufrimos de un mismo mal, un mal llamado capitalismo; lea, infórmese, critique, analice, cuestione, converse, y sobre todo nunca deje de preguntar, esa puede ser la cura para el mayor mal que ha atacado a la humanidad.

27 de mayo de 2012

Awareness (darse cuenta) mexicano


La mesa está servida. La denominada “Primavera Mexicana” comienza a posicionarse globalmente, llegando a incomodar al viejo régimen bajo la premisa del “despertar” de la toma de consciencia. El awareness mexicano.

Atribuido a una universidad privada, sorprendente y paradójico, luego de la manifestación y las muestras de repudio contra el candidato del Partido Revolucionario Institucional que se mantuvo en el poder por más de 70 años y, que ahora, los medios de comunicación mexicanos pretenden imponer como el futuro presidente de nuestra nación.

Marchas AntiEPN, el movimiento YoSoy132, luego de que el coordinador de campaña de Enrique Peña Nieto, Pedro Joaquín Coldwell , y Grupo Milenio, líder en el país en cuanto a prensa escrita, y Televisa, afirmaran que se trataban de acarreados y que no pertenecían a la Universidad Iberoamericana, que sólo denostaban  y hacían uso de la intolerancia. Postura que adoptaría el candidato a la presidencia por el Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri.

Todos estos movimientos resultan benéficos para la sociedad mexicana. El despertar de los jóvenes o la Primavera Mexicana, como se le ha llamado en la red y en diversos medios, comienza crear curiosidad por informarse y para detener una vuelta a la historia, a un vuelco que no puede permitirse.

Ahora vayamos atrás en la historia. En el año de 1910, sí, el de la Revolución Mexicana, ocurría un descontento, como el actual, frente al gobierno y la forma en que el país y las condiciones socioeconómicas no eran equitativas y justas; ocurrió también un fraude electoral, y con ello se desato una guerra civil, que lo único que causó fue llevar al poder al más oportunista.

Hay que aprender de lo ocurrido, es la oportunidad de hacer el gran cambio que nuestro país, sociedad, economía, historia, política, necesitan. Sin embargo, no podemos hacerlo de forma reaccionaria. No es prudente que demos la pedrada al panal de avispas y luego no sepamos qué hacer. La juventud necesita estar organizada, seguir lineamientos, tener bien claros los objetivos, ya que es claro que no queremos imposición por los medios masivos de comunicación, pero luego ¿qué?

Solamente el pueblo organizado, puede salvar al pueblo. Actualmente en el sistema sólo juegan dos y hay que tener cuidado y tomar precauciones. Por su parte la derecha que a través de imposición pretende llegar al poder aprovechándose de la falta de organización; del otro lado la izquierda, que de no llegar a la presidencia se valdrá de las fuerzas estudiantiles para colarse al poder.

Jugar con la historia es vaticinar el futuro. Ponga usted que me equivoque. Pero vea la posibilidad: una juventud enojada que no permitirá la llegada del candidato priísta, considerándolo como imposición; un duopolio televisivo cuyas esperanzas de seguir subsistiendo embruteciendo al pueblo es la ocupación de la silla del águila de Peña Nieto; un vecino imperialista que ha externado notoriamente su preferencia por la continuidad de partido; un IFE que se verá maniatado y pondrá en riesgo la paz de un país si no proclama como ganador al representante de la izquierda. Cuatro vertientes, cada uno con sus pros y sus contras, unas más contras que pros, y otras sólo contras.

Podríamos llegar a aseverar que ocurriría una ocupación por los Estados Unidos, en suelo mexicano, con el pretexto de la guerra al narcotráfico. Lo importante ahora es que estamos despiertos y debemos aprovechar que nuestro letargo quedó atrás y no volver al mismo. Nuestra indiferencia alimenta a la oligarquía. El despertar debe ser organizado y estructurado para que no sea en vano y disfrutemos de los frutos de nuestro trabajo.

17 de mayo de 2012

No me quiero imaginar


Cada vez que alguien decide dar un voto al PRI está dando un vuelco a la historia de nuestro país, atentando contra la sensatez y la memoria de aquellos que hoy hicieron posible que el viejo régimen no esté de lleno en el control del mismo; cada vez que alguien ofrece su sufragio al PRI está entregando la nación a un grupo de perversos que no se detendrán ni escatimaran esfuerzos hasta que el control de los ciudadanos sea completo, por fuerza militar o por desapariciones; cada vez que alguien decide dar un voto al PRI está cometiendo un suicidio a su libertad (si alguna vez tuvimos una); cada vez que alguien vota por un candidato priista ofrece su dignidad a cambio de nada…

“No quiero ni pensar que Peña Nieto sea presidente” dijo una vez el ilustre Carlos Fuentes, que hoy se encuentra en un lugar mejor, allá en la región más transparente del aire; y esa frase, al igual que su vasta obra, quedará marcada por siempre dentro de los lares de mi memoria.

La frase hace eco en mi mente por el contenido que entre líneas se oculta, taciturnamente entre cada letra pronunciada, porque esas palabras juntas, tan limpias, lo único que hacen es advertirnos del peor de los males, de la cosa más horrible que podría pasarle a este país, de la penitencia más grande impuesta a un pueblo, del peor castigo que un dios vengativo podría realizar a sus subordinados, se trata de un vuelco al autoritarismo.

A lo largo de la historia el PRI sólo ha demostrado que cuando algo sale de control, cuando los jóvenes se rebelan contra el sistema, cuando los campesinos exigen sus derechos, por poner dos ejemplos, la mejor arma es la que se oculta en los cuarteles militares y la que hay detrás de los medios de comunicación.

En el 68, Jacobo Zabludovsky, informaba a la nación mexicana que los estudiantes habían asesinado brutalmente a los soldados, que el ejército había hecho acto de presencia pacífica y que los intolerantes, como en nuestros tiempos, éramos los académicos. Llenando brutalmente a aquellos que combatían del “lado del bien” (aquellos por cada rebelde muerto) con heroísmo y de alabanzas patrióticas.

Pero todo régimen caduca, se vuelve obsoleto y debe morir. En el año 2000, el de los grandes cambios, el partido del Estado vio sucumbir lo que años de luchas, de muertes, de desapariciones, de presos, les había costado, el poder absoluto, en nombre y forma, de México. El partido de oposición por excelencia ocupaba ahora el lugar en la silla presidencial. Sin embargo, el poder corrompió las conciencias de los que ahora ejercen el poder y le dieron vida a un partido cuya vida se veía agotada, cuya extinción era inevitable, le dieron la fortaleza para que con viejas usanzas se levantará como el Goliat que otrora fue.

Mas podría írsenos la vida en hablar de las desventuras y desgracias que hiciera el Partido de la Revolución Institucional al país, no obstante, era necesario hacer este escueto y pequeño resumen para hablar de lo que viene, de lo que podría ocurrir, y que, como acertadamente Carlos Fuentes mencionaba, no quiero ni imaginar.

Es sabido, al menos para una minoría informada, que la estrategia priista es una réplica de la que Díaz Ordaz aplicará para llegar al poder, la ideología compartida de un ejecutivo autoritario, fascista e imponente, cuya voluntad no debe ser rebasada por las manifestaciones y opiniones de algunos cuantos, cuya palabra vale más que el oro mismo.

Pero además hay otras cosas perversas y que no quiero ni pensar qué puede ocurrir si el PRI, no Peña Nieto, llega al poder. ¿Se imagina usted las acciones que se llevarán a cabo contra todos aquellos que estamos o nos hemos manifestado en su contra, tomando por ejemplo los universitarios? ¿Ha considerado el peligro que correría al expresar una opinión diferente a la que los medios “oficiales” ofrezcan?

El problema va más allá de fondo, los medios de comunicación son los transmisores más poderosos para la manipulación del pueblo, aquel del que dijera Porfirio Díaz “pan y circo”, el que se cree las mentiras de “buena fe” que expresan los titulares de los noticieros. Aquel pueblo que sólo consume la información y no la digiere por completo porque a una noticia sigue otra, y otra, y así por los siglos de los siglos. Los orquestadores del renacimiento priista son cuatro, cinco nombres, quizás un poco más, los responsables: los Azcárraga, los Salinas Pliego, los Marín, los Vázquez Raña, dueños de los medios más importantes e influyentes de la nación; la pregunta ¿a cambio de qué se han vendido?

Si resultara poco aún el dominio absoluto de los transmisores de cultura, como señalaran Mattelart y Dorfman, el diputado federal, de extracción priista y que además contiende por un lugar en el Senado por el estado de Jalisco, Arturo Zamora, sujeto ligado al narcotráfico (que no está por demás decirlo) ha propuesto la siguiente modificación al Código Penal Federal:

«Artículo 412 Bis. Se impondrán de cien a doscientos días de multa y prisión de uno a seis años a quien injurie o difame a las instituciones, autoridades electorales, partidos políticos, precandidatos, candidatos o coaliciones; si el responsable fuese funcionario electoral, funcionario partidista, precandidato, candidato o servidor público, la pena será de 200 a 300 días de multa y prisión de dos a nueve años».

¿Se imagina lo qué eso significa? Que ya no podremos expresarnos mal, ni criticar a la autoridad, en pos de que, de proteger a los delincuentes, de cubrir la impunidad. Pero de eso no informan en la tele. Resultará ahora, pues, que iremos a ocupar las cárceles como presos políticos solamente por pensar.

Hasta este punto, aquellos que dedican su vida a los medios de comunicación, y entre los que me incluyo como universitarios estudiante de la carrera en ciencias de la comunicación, veremos nuestra libertad (sí había alguna) de expresión coartada, lo único que nos quedaba, la voz que podía hacerse sentir aun cuando las condiciones socioeconómicas no daban para más.

Este sistema está por colapsar, no es ninguna novedad, es un secreto a voces que conocemos pero no queremos aceptar, ha llegado el momento de tomar consciencia, de hacernos presentes como sociedad, de dejar de lado manierismos y absurdos como “ellos si saben gobernar” o el corrupto “roban pero dejan robar”, votar por el PRI es un retroceso en la evolución de nuestra sociedad, de nuestra historia, no permitamos que el viejo régimen vuelva, porque entonces la válvula de escape explotará y ahí sí: “no me quiero imaginar que Peña Nieto sea presidente”.

4 de abril de 2012

A los comunicadores en formación:


La época actual, por las condiciones socio-históricas, necesita de un cambio en el manejo de la información urgentemente. El consumismo descontrolado, el egoísmo y desprendimiento hacia la naturaleza han hecho que el hombre en casi cerca de los doscientos años de capitalismo consumiera los recursos naturales formados durante la historia de nuestro planeta. Lo anterior obedeciendo a formas de producción y explotación imperialistas, en los que el aspecto económico es primordial a la salud y bienestar de la clase explotada.

Es aquí en donde la labor del comunicador se convierte en el foco central, en primera instancia y como se ha manejado en el año reciente a raíz del “Encuentro de intelectuales por la paz y la preservación del medio ambiente” realizado el 10 de febrero de 2012 en el marco de la Feria Internacional del Libro en Cuba, por ser los medios de comunicación el segundo poder en la actualidad, desplazando el poder político que pasa a tercer término y dejando en como el primero a la globalización.

La explicación radica en lo siguiente: el primer instrumento controlador es el llamado globalización, ese que se ha metido en los huesos de todas las regiones del mundo y que maneja la información como una mercancía (a pesar de que la misma no genere costo alguno), se convierte en mercancía ya que al sistema no le importa informar con calidad sino con cantidad, sin importar el contenido de los mensajes, a mayor demanda de información mayor control sobre la sociedad a la que informan. El segundo punto se sostiene con una falsa llamada libertad de expresión, esto quiere decir que no es que se haya avanzado hacia un momento en que toda idea pueda ser dicha sin temor alguno, no es porque se permita hablar mal del gobierno o poner en duda los hechos del presidente y remarcar sus errores, los medios de comunicación, transfusores de la globalización, tienen a su cargo el poder elegir al gobernante que mejor vaya para sus propios intereses por lo que tiene en sumisión al poder político, ya que basta una noticia para terminar con la carrera de alguien.

Ante lo anterior, en nuestro país, no existe un medio que sirva a la verdad, que vaya más allá de desintereses, el más cercano a ello es La Jornada, no obstante, aun cuando la situación se torna densa por no poder derrocar con facilidad los monopolios, aparecen ante nosotros las redes sociales, instrumentos de los cuales hemos hecho uso erróneo, pues en ellos es donde puede y debe surgir la verdad para poder salvar nuestro panorama actual.

Debemos seguir en busca de este movimiento y no dejarnos persuadir por medios que saben de antemano que nos ven como una mercancía más, un símbolo de dólares para sus bolsillos. Es momento de construir una sociedad en la que el hombre no sea explotado por el hombre, en donde la información no sea manipulada por terceros y en busca de complacer un sistema obsoleto, contaminado y en decadencia como el capitalista. Si seguimos en esta actitud estamos condenados a la extinción  de nuestra raza, ya que las próximas guerras serán por el poder, el flujo y los tintes de la información.